Se acuerdan de esa serie de los 90´s, donde un matrimonio conservador con tres hijos adolescentes viven todas esas peripecias familiares de acoplarse a los cambios de que los niños se conviertan en jovencitos... era una buena serie, graciosa, sana y con su moraleja de vez en cuando.
Bueno, el título que escogieron (o por lo menos la traducción que llegó aquí) fue preciso, porque la verdad si duele crecer!!!. Si para uno fue todo una "aventura-trauma" pasar por la niñez y la adolescencia, ahora ver a tus hijos pasar por el mismo proceso es una mezcla de todo, por un lado feliz de que se conviertan en personitas tan extraordinarias y a veces con tantos temores que uno quisiera encapsularlos para que nunca sufran.
Lo bueno es recordar que ahora a uno le toca ser espectador (y espectador con babero) de esas cosas lindas que incluyen su desarrollo, desde los errores que los ayudan a superarse hasta los momentos chistosos que te hacen vivir. Por lo menos yo siempre tengo esa nostalgia mamítica de ver como mi hijo crece y se hace más independiente en cada etapa, pero igual con el deseo de que aprenda de cada cosita y sepa tomar las mejores decisiones.
Así que allí estoy, aprendiendo a crecer con mi hijito... de la mano de mi mejor amigo y esposo, con los consejos recibidos de aquellos que nos aman, con el ejemplo de unos padres maravillosos, con las ganas de hacer lo mejor y con las rodillas dobladas pidiéndole a Dios que me de sabiduría siempre para ser el modelo que él necesita.
... y hay que admitirlo, cuando lanza su grito de auxilio: "¡¡¡mamá ayúdame!!!" como que se me dibuja una sonrisa cachacienta al ver que todavía soy su heroína del momento....jeje!!!